Caminamos hacia el mismo lugar todos los días pensando que somos los únicos que tenemos problemas, que al panadero de la esquina no le agrada que le des las "gracias" al comprar la misma barra de pan que día a día pones sobre tu mesa, pensando que quizás al día siguiente cuando entres en esa misma panadería, a por la misma barra de pan, algo nuevo te sorprenda, pero cometes el error de no buscarlo, de insistir en mantenerte a la espera de que ese cambio llegue solo, de la mano de quien sabe qué o quien.
Somos cómplices de nuestra propia desesperación, deseamos tener algo que ni siquiera nos molestamos en buscar, algo que ni siquiera sabemos si nos hará bien, que no sabemos si nos gustará realmente, algo, simplemente algo que rompa con la monotonía, que destruya de alguna manera ese sentimiento de soledad material o sentimental que todos sentimos cuando necesitamos pero no buscamos.
Y es que, quizás, el truco no está en esperar, sino en buscar lo que realmente queremos, ese nuevo camino, esa nueva baldosa que nos deje que desgastemos nuestros zapatos nuevos bailando sobre ella, porque al fin y al cabo la vida no es una secuencia de actos programados, ni un guión escrito por el mejor de los directores, es eso que poco a poco vamos construyendo, mientras el panadero de la esquina le vende a todos la misma barra de pan, que todos ponemos sobre nuestra mesa todos los días, y que solo unos pocos saben agradecer.
"Declarada cuerda, de vuelta al mundo real".
By: Natalia Delgado.
By: Natalia Delgado.
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